- Voto en blanco computable = Vaciar escaños -
Abstencionista, votantes en blanco y partidos minoritarios contestatarios, y el problema de los descontentos divididos
Únicamente un masivo clamor unánime y conjuntado de cuantos ciudadanos, por unas u otras razones, se oponen con honrada lucidez a este estado de fallida democracia puede deslegitimar la actual forma de hacer política. Se trata de un proceso de desasistencia activa, de no entrar en el juego, en su juego.
Si algo han puesto en evidencia las sucesivas elecciones es el aumento de la brecha existente entre los políticos “profesionales” y el resto de los ciudadanos
Los que se han abstenido y los que han votado en blanco suman prácticamente el 50% del electorado; máxime si les añadimos los promotores y votantes del conjunto de los muy minoritarios partidos presentes en la brecha con el único objetivo de que se oyera su protesta y se conociera su utopía.
No nos alegra, en modo alguno, esta situación, pues estamos muy lejos de minusvalorar y mucho menos de banalizar el divorcio existente entre los políticos gobernantes y los ciudadanos, cuando el bien común de la sociedad exigiría más bien un matrimonio bien avenido. El problema es muy grave y merece la pena esforzarse por comprenderlo y por ponerle remedio.
En esta página web (en el artículo “Escaños en Blanco, su justificación”) se puede encontrar una amplia lista, no desde luego exhaustiva, de los hechos y razonamientos que llevan -están llevando- a muchos ciudadanos a la conclusión de que el sistema político que nos rige no funciona adecuadamente; es más, muchos ciudadanos piensan -pensamos- que es el sistema político como tal el que debe reformarse y que los partidos políticos, tal como están estructurados, no pueden dar respuesta a las exigencias políticas y sociales de hoy.
Comprendemos que en una situación así diversos grupos de ciudadanos, al margen de los partidos consolidados pero ineficaces, se constituyan en partido y concurran a las elecciones con diversas propuestas, la mayoría muy laudables, para mejorar el funcionamiento de la democracia. >
Nosotros, por el contrario, creemos, después de muchos años de lucha por parte de alguno de nosotros, que el actual sistema de partidos está “bunquerizado” y “blindado” por partida doble. Por una parte, los cargos electos se deben a los partidos que los presentan y no a los electores, al tiempo que la ley electoral privilegia a los partidos con más votos conseguidos; y por otra parte, el sistema socio-económico consagrado en la constitución hace que los mejores deseos de auténtica democracia social y económica no puedan prosperar (piénsese, por ejemplo, en el problema de la vivienda que, mientras formalmente está amparado en la constitución, la combinación de los derechos ilimitados de la propiedad privada y del sistema financiero lo vuelven insoluble en la práctica). Por ello estamos convencidos de que tratar de luchar en su campo y con sus armas es quedar vencido de antemano y caer en la trampa que nos tienden.
Nuestra opinión es que únicamente un masivo clamor unánime y conjuntado de cuantos ciudadanos se oponen con honrada lucidez a este estado de fallida democracia, unos por unas razones y otros por otras, puede deslegitimar la actual forma de hacer política. Se trata de un proceso de desasistencia activa, de no entrar en el juego, en su juego
En este sentido tiene, sin duda, mucho peso e importancia la presión ante los distintos niveles de la Administración de los movimientos sociales que no se dejan sobornar con la limosna de las subvenciones. Pero, a nivel político, este clamor, entendemos, tiene un camino y un nombre: VOTO EN BLANCO. Nos alegramos, por ello, de que el voto en blanco vaya aumentando. En la mayoría de las elecciones el voto en blanco se coloca en votos por encima de la mayoría de los llamados partidos minoritarios o testimoniales, y, frente a la abstención, que ciertamente puede ser acusada de irresponsabilidad, evidencia que crece entre los ciudadanos la voluntad de participar activamente en la política, aunque sea por el momento sólo para explicitar su “no”, su rechazo a lo que se viene haciendo.
Evitando la trampa que nos tienden de luchar en su campo y con sus armas donde se sienten invencibles, se trata de dejar la pelota, es decir, la responsabilidad, en el tejado de los partidos tradicionales al uso, por si, escuchando el clamor del pueblo, son capaces de cambiar de rumbo.
Alegrándonos, pues, del progreso del voto en blanco, “escaños en blanco” quiere dar un paso más en la línea de la eficacia. Pretende, presentándose a las elecciones con el único punto programático del “voto en blanco computable”, dar visibilidad al voto en blanco que, por sí sólo, no puede aparecer en campaña. Que por ley el voto en blanco compute, es decir, se cuente, en igualdad de condiciones con el resto de los votantes a los demás partidos. (En la documentación que aparece en esta página concretamos todo lo referente a este punto).
Comprendemos (y no vamos nosotros a negar su legitimidad) que muchos grupos de ciudadanos, descontentos con el discurrir de la vida política, quieran, al margen de los partidos al uso, proponer, en las contiendas electorales sus puntos de vista y para ello constituyan partidos políticos haciendo hincapié en uno u otro punto programático para darle autenticidad a la democracia.
Sin duda, como hemos afirmado más arriba, estos grupos hacen una labor positiva como movimientos sociales pues airean y ponen de relieve un conjunto de problemas reales y planteamientos distintos que generalmente ignoran o desprecian los “profesionales” de la política.
Sin embargo, entendemos nosotros, en orden a ser eficaces este proceder choca con dos enormes dificultades. Por una parte, el blindaje de los políticos al que ya nos hemos referido. Y, por otra, la inevitable atomización de grupos y tendencias debido a las diferentes razones por las que cada grupo se opone al actual proceder político.
Da ahí que Escaños en Blanco, aun aceptando como válidas las razones de cada grupo, apueste por el voto en blanco sin más aditamentos y sin potenciar unas razones sobre otras. Confluimos y coincidimos con todos en el rechazo y eso es lo que expresa el “voto en Blanco Computable”; que se escuche al conjunto de los que no están de acuerdo. Lo cual no quiere decir que cada grupo, en campaña electoral y fuera de ella, no pueda y deba manifestar públicamente sus razones y propuestas; lo que, desde luego, enriquecerá enormemente la conciencia política de los ciudadanos.
Pero lo que pedimos al ciudadano, a la hora de votar, es que, mediante “Escaños en Blanco” manifieste su voluntad de que el voto en blanco, es decir, su rechazo responsable, sea “computable”.
Se comprende así por qué “Escaños en Blanco” no puede coaligarse con otros grupos que incluyen en su programa una lista de reivindicaciones o propuestas detalladas, pues nos veríamos obligados a no coaligarnos con otros grupos que también ofrecen propuestas concretas pero distintas de las de los anteriores. No es por desprecio a ninguno sino por respeto a todos. No podemos elegir; pues tendríamos que dejar fuera a muchos que también tienen sus razones válidas para el rechazo, y contentar a todos supondría elaborar un programa completo de acción política, y a eso por principio renunciamos para no caer en la trampa del sistema y para dejar, como venimos defendiendo, la pelota en el tajado de quienes se atreven a constituirse en “profesionales” de la política. Solo, pues, podemos coaligarnos con quienes en su programa lleven como único punto la reivindicación del “Voto en Blanco Computable”. Con esta condición estamos dispuestos a unirnos en pie de igualdad a todos los que lo deseen. De otra manera sólo nos es posible caminar por nuestra cuenta hasta donde nos sea posible y hasta donde seamos comprendidos.
Félix Díaz Rubio